Chiara en escena
Chiara Mastroianni es una de las actrices más importantes en el panorama cinematográfico francés. Su alianza de larga data con el cineasta y escritor Christophe Honoré la llevó a un escenario por primera vez. En El cielo de Nantes consolidó ese talento precioso, que sigue asombrando por su sutileza y su inteligencia sensible.
L’OFFICIEL: ¿Cuáles son sus primeros recuerdos de teatro?
CHIARA MASTROIANNI: Penas de amor de una gata inglesa, dirigida por Alfredo Arias, cuando era niña. El vestuario y las máscaras me impactaron. También esos clásicos que uno va a ver con el colegio. Pero aquello no me había despertado ganas de hacer teatro. Christophe Honoré me propuso trabajar en teatro con él durante mucho tiempo, pero me aterrorizaba tanto que siempre me negaba. ¡Incluso sin hacer teatro, tengo pesadillas en las que estoy en el escenario y me olvido el texto! Pero me cansé de que el miedo dictara mis decisiones. Ya que de todos modos voy a tener pesadillas, que sea por hacer teatro en serio.
L’O: ¿Qué puede decirnos de su personaje?
CM: Soy parte de un clan. Los abuelos de Christophe tuvieron ocho hijos, nacidos más o menos con un año de diferencia. Son todos personajes golpeados por la vida. Yo personifiqué a la sexta de esa familia, una tía de la que él me había hablado hace mucho tiempo. Él la adoraba.
L’O: ¿Su proceso de preparación para la obra fue diferente del que requiere una película?
CM: Christophe organizó encuentros con algunos miembros de su familia para preguntarles por sus recuerdos, que no necesariamente coinciden. Fue muy especial, sobre todo porque hay destinos trágicos, entonces avanzábamos tanteando el terreno. A veces nos pedía que escribiéramos sobre nuestro personaje, que reflexionáramos sobre un tema de improvisación. Al comienzo era vertiginoso, ensayábamos con la escenografía, yo me escondía un poco… A veces volvía a mi casa pensando que nunca lo iba a lograr. Lentamente, me fui habituando a hablar en voz más alta, sin tener miedo de sonar forzada. No es que fuera como si nunca hubiese actuado, pero pisaba un terreno totalmente inexplorado, aún cuando Christophe era el mismo al que conocía en el cine y eso era bastante tranquilizador. Cuando las cosas tomaron forma, cedió un poco la angustia, pero…
L’O: ¿Cree que esta experiencia en teatro va a nutrir su trabajo en el cine?
CM: Sí, y también en la vida. No haber dejado que el miedo digitaramis elecciones ya fue un gran avance…
L’O: ¿De qué moda se siente más cerca?
CM: Soy sensible a los universos fuertes y singulares. Me atrae lo que hace Nicolas Ghesquière, lo conozco desde la época en la que era director artístico de Balenciaga. También me gusta mucho Jean-Paul Gaultier: los primeros vestidos de autor que usé fueron suyos. Julien Dossena para Paco Rabanne, Nicolas di Felice en Courrèges, Helmut Lang, Jonathan Anderson en Loewe, Hedi Slimane, Alexander McQueen y la maison Prada.
L’O: ¿De qué se nutre su imaginario como actriz?
CM: Actores, actrices, libros, películas. Amé Onoda, de Arthur Harari, me parece formidable que exista una película tan preciosa. Me fascinan los documentales de Sébastien Lifshitz, como Adolescentes y Niña. Son películas que dejan algo, una atmósfera, imágenes, que enriquecen tanto el trabajo como la vida. Volvemos a mi sensibilidad hacia los universos definidos, singulares. También miro muchas series, me sorprendió bastante Squid Game, y Mare of Easttown, por Kate Winslet, que es fabulosa. Me encantó Broadchurch, que no había visto en la época en la que se emitió. Por el lado más cómico, me encanta Arrested Development, Curb Your Enthusiasm... Y durante la primera cuarentena, vi completo Walking Dead… También leí todo lo que escribió Florence Aubenas, tiene un estilo increíble.
L’O: ¿En qué idioma sueña?
CM: En general, en francés, ¡o en nada, cuando sueño que olvidé mi texto! Y en italiano, sobre todo cuando era chica y pasaba mucho tiempo en Italia.
Fotografías: Jean-Louis Fernandez y Jules Faure. Traducción: Irene Amuchástegui