Se muda a Australia con este plan: encerrarse, seguir escribiendo y disfrutando de la moda como s&iacute;mbolo cultural.&nbsp;

Mariana Enr&iacute;quez se sorprende. A&uacute;n le parece una locura que le dediquen dibujos y pinturas basados en sus cuentos o novelas, que emprendedoras le manden una &ldquo;remera de microtul con la pintura de El &aacute;ngel ca&iacute;do&rdquo; o que una joyera le quiera regalar un camafeo vintage que encontr&oacute;. Sin embargo, su expresi&oacute;n es humilde, incluso cuando algunos fans se hacen tatuajes con su cara. &ldquo;Nunca lo esper&eacute;, porque el mundo que imagino y creo es bastante personal &ndash;desagradable&ndash;. Yo no cre&iacute;a que la gente se iba a identificar con esas historias tan tenebrosas. Pero despu&eacute;s me pongo a pensar y digo claro, el terror como g&eacute;nero siempre fue popular&rdquo;.&nbsp;
A Mariana se la puede ver con una remera del poeta maldito Charles Baudelaire. Y habla del primer libro que le dio un susto tremendo, tanto que lo tuvo que tirar al otro lado de la habitaci&oacute;n &ndash;Cementerio de animales, de Stephen King&ndash;. Siempre lee como pose&iacute;da de uno de los pecados capitales: la gula.&nbsp;&ldquo;&iquest;Qu&eacute; les resuena de un cuento sobre una chica obesa que tiene sexo con un fantasma?&rdquo;, se pregunta en referencia a &ldquo;Julie&rdquo;, el cuento incluido en su &uacute;ltima obra de ficci&oacute;n Un lugar soleado para gente sombr&iacute;a (Anagrama, 2024). Para m&iacute;, no solo es el universo que crea; es tambi&eacute;n ella la que causa ese magnetismo. Mariana Enr&iacute;quez es como una casa-castillo abandonada en un barrio, nunca ning&uacute;n vecino puede olvidarse de que ah&iacute; est&aacute; latiendo algo enigm&aacute;tico, imposible de decodificar del todo &ndash;&iquest;qui&eacute;n es el due&ntilde;o, por qu&eacute; no la habitan, qu&eacute; pas&oacute; all&iacute;, qui&eacute;n ingresar&aacute; en cualquier momento, qu&eacute; habr&aacute; adentro, qui&eacute;n pint&oacute; esos grafitis, por qu&eacute; me interesa tanto?&ndash;. Ella representa una dualidad: es a la vez fuente de misterios y fantas&iacute;as, y su creadora.&nbsp;
Como el g&eacute;nero, su obra es popular. La aman sus lectores: van a sus shows en teatros, compran las m&uacute;ltiples ediciones de sus libros, las traducciones al ingl&eacute;s, italiano, franc&eacute;s, etc., pero tambi&eacute;n es reconocida por el canon literario: con Nuestra parte de noche gan&oacute; el Premio Herralde de Novela y el Premio de la Cr&iacute;tica 2019. &ldquo;Tengo la percepci&oacute;n de que tir&eacute; algo al mundo; la gente lo tom&oacute; e hizo algo con eso&rdquo;, dice mientras la maquillan.
Est&aacute; a contrarreloj. Mariana Enr&iacute;quez se muda a Australia &ndash;tal vez cuando est&eacute;s leyendo esto ya est&eacute; all&aacute;&ndash; y tiene que entregar un libro antes de irse. Su biblioteca se va en barco, y por eso le urge terminar de revisar el texto que ser&aacute; parte de la colecci&oacute;n <a href="https://www.edicionesampersand.com/lector-s">Lector&amp;s</a> de la editorial Ampersand. &ldquo;Es un libro sobre mis lecturas, sobre mi formaci&oacute;n lectora&rdquo;, que es la de una persona que fue haciendo su camino de manera instintiva, sin el orden can&oacute;nico que puede dar una carrera en la Facultad de Letras. &ldquo;Pasa que se volvi&oacute; elefanti&aacute;sico ahora y estoy tratando de recortarlo un poco&rdquo;. Reley&oacute; a esos autores de los cuales aprendi&oacute; todo y tambi&eacute;n aquellos que la obsesionaron como si fueran una banda de rock. En su relectura descubri&oacute; que le gustan m&aacute;s: &ldquo;Cada vez soy m&aacute;s entusiasta&rdquo;.&nbsp;
En el taxi al estudio de la fot&oacute;grafa Alejandra L&oacute;pez, donde hicimos esta sesi&oacute;n, Mariana iba haciendo un juego: &iquest;qu&eacute; me acuerdo y qu&eacute; puedo decir sobre aquel libro que me fascin&oacute; de chica? No bien vuelva a su casa, dice, lo va a escribir, y al d&iacute;a siguiente lo va a releer para ver si el tiempo ha sido justo con la obra. &ldquo;No s&eacute;, (Yukio) Mishima, (James) Joyce, (F. Scott) Fitzgerald, (Clarice) Lispector, (Lev) Tolstoi, &iquest;qu&eacute; me queda de ellos sin volver al libro? &iquest;Qu&eacute; me acuerdo? Y lo otro que estoy armando es sobre los escritores que estaban de moda cuando yo era joven y que ahora no se leen m&aacute;s, tipo Henry Miller, Sam Shepard, Kenzaburō Ōe, que eran como cl&aacute;sicos y los volv&iacute; a leer y dije: &lsquo;Pero qu&eacute; barbaridad que se olvide a esta gente&rsquo;".
Sabe que en su arte hay muchos m&aacute;s varones que mujeres, pero as&iacute; fue su camino y caretearla no es una opci&oacute;n para ella. Si algo la caracteriza, como escritora y figura p&uacute;blica, es su generosidad: ella linkea, te cuenta lo que escucha, c&oacute;mo es su proceso creativo, te da informaci&oacute;n. Ahora, por ejemplo, me dice que tiene tres novelas en la cabeza, que ya las tiene bocetadas, y que ni bien se instale en Australia se va a encerrar a escribirlas. Que prefiere hacerlo por las ma&ntilde;anas, cuando est&aacute; fresca, en r&aacute;fagas de escritura de tres o cuatro horas de concentraci&oacute;n, y frenar antes de que la frustraci&oacute;n aceche.
&iquest;Sobre qu&eacute; tratan? Sabe que desde lejos puede sonar todo parecido pero que en los &uacute;ltimos a&ntilde;os hubo cambios: del terror asordinado de su &uacute;ltimo libro de cuentos a la necesidad actual de algo m&aacute;s fant&aacute;stico. &ldquo;M&aacute;s simb&oacute;lico, aleg&oacute;rico, no s&eacute; c&oacute;mo explicarlo&rdquo;. Conf&iacute;a en este ciclo personal est&eacute;tico que se va a abrir en cuanto ponga manos a la obra. Pero ahora est&aacute; en Villa Urquiza, a punto de ponerse una capa roja vin&iacute;lica para las fotos. Mariana escucha las propuestas, elige, se prueba lo que le propone la estilista, juega y se divierte.&nbsp;
La moda, para Mariana, no es algo superficial, cabe dentro de una identidad y cultura. Hacer un show de terror en un teatro con su vestido verde brillante de The Vampire 's Wife, de Susie Cave, la mujer de su amado m&uacute;sico Nick Cave, la envuelve en una m&iacute;stica singular. Es un c&oacute;digo que comparte con sus lectores: saben que el leopardo es por Kate Moss y el tart&aacute;n por Vivian Westwood; que cierta cosa andr&oacute;gina es por la banda de los Manic Street Preachers o por Suede; que el boho &ldquo;tipo bruja&rdquo;, como dice, es una referencia a Anita Pallenberg o a Marianne Faithfull.&nbsp;
&ldquo;En un punto fui joven rockera y ahora soy una se&ntilde;ora rockera&rdquo;. Le resulta importante apropiarse del universo de sentidos que la ropa puede dar. &ldquo;Trato de comprar a dise&ntilde;adores locales&rdquo;, dice y nombra a las superestrellas como Ram&iacute;rez o Kostume, pero tambi&eacute;n m&aacute;s chicos como Protesta, Lul&uacute; Martins, Del Drag&oacute;n Dormido, Re&iacute;r Enloquecer o los zapatos de Jessica Kessel. Ese amor por la moda y su enorme popularidad en el campo literario formal, pero sobre todo entre esos lectores que son capaces de leer con adicci&oacute;n una saga fant&aacute;stica de un mill&oacute;n de tomos es lo que la llev&oacute; a transformarse en tal vez la escritora argentina viva m&aacute;s conocida&nbsp; Y como tal, haber modelado para marcas como San Mart&iacute;n o Ay Not Dead no solo fue divertido, tambi&eacute;n fue una especie de declaraci&oacute;n personal: &ldquo;Me pareci&oacute; interesante que le pidieran fotos a una mujer de 50 a&ntilde;os, que no tiene un cuerpo hegem&oacute;nico porque es muy bajita, que no es muy delgada, que tiene canas, que no tiene nada hecho, que le gusta montarse pero que tampoco excesivamente&rdquo;.&nbsp;
Haber crecido en los 90, desarrollar una vida adulta sin esquivar lo que es y le interesa, no dejarse domesticar por una agenda impuesta y/o aburrida: eso es lo que la convierte en un ser tan singular, tan encantadora de leer, de escuchar, de ver. &ldquo;Vengo de una formaci&oacute;n est&eacute;tica muy rockera, no digo solamente de m&uacute;sicas, las veo a Marta Minujin o a Renata Schussheim y son rock. &iquest;De qu&eacute; se&ntilde;ora se viste Marta? &iexcl;Si es una cyborg! Esa es la est&eacute;tica que me interesa, que no tiene que ver con la edad&rdquo;. La est&eacute;tica a la que se refiere no es ropa, no es un ramo florecido de intereses, es una forma de vivir, la del mundo personal y &uacute;nico de la Mariana Enr&iacute;quez que admiramos.&nbsp;

Fotograf&iacute;as: Alejandra L&oacute;pez. Estilismo: Ana Markarian. Maquillaje y peinado: Silvina Paolucci.

Mariana Enríquez: embrujadora

Entradas recomendadas

Arte y cultura

Emma abullonada

Joyería y relojería

Versiones de un clásico

Mujer

Apología de la desobediencia

Arte y cultura

Juego de palabras

Viajes

Mundo a la carta

Moda

Capítulo brillante

Mujer

Desafíos por venir

Moda

En diálogo